III
Sigo empantanado con mi propio libro.
III
Sigo empantanado con mi propio libro.
I
Lo que espero de un funeral religioso ya no es que los familiares del finado sean religiosos, sino una palabra de sinceridad del cura, una palabra que no suene a retórica manida y aprendida de memoria como un hábito para salir del paso. Es difícil encontrarla. Tampoco estaría mal que se apuntarán en un papel los nombres de los parientes más próximos al difunto. Me imagino que ser el cura de un tanatorio de una ciudad importante no es fácil. Pero si quieres una vida fácil, no te hagas cura.
II
Estuve el viernes en la Universidad CEU Cardenal Herrera del Valencia. Me sentí como en casa. Siempre que participo en un acto del CEU me siento bien acogido y bien tratado. Estaba de vuelta cuando me enteré de que el domingo tendría que regresar a Valencia para asistir a un funeral.
III
No adelanto con el libro. Me faltan ideas claras. Me siento como caído en un laberinto. Y lo curioso es que cuando quiero pensar metódicamente los problemas, no llego a ninguna conclusión y cuando no los pienso, la conclusión se me presenta sola.
IV
El problema: que lo que es para un hombre normal y corriente una manzana, para el filósofo es un enigma de mucho cuidado. Y quiero hablar exactamente de eso, de manzanas.
Sitúense a principios de este siglo, cuando el sistema educativo de Finlandia parecía el modelo a seguir en el mundo occidental, cuando era el modelo eficiente y feliz que los europeos presentábamos como alternativa al modelo esforzado de los orientales, cuando parecía posible, en suma, aprender mucho esforzándose poco... en definitiva, cuando lo perros se ataban con longanizas.
En aquel tiempo los políticos de todo el mundo viajaban a Finlandia y como allí era a donde había que ir un grupo de parlamentarios de una comunidad española, fue. Con los gastos pagados, obviamente.
Su manera de vestir, ya se sabe, campechana, alegre e informal, dejaba un poco que desear, así como su manera de comportarse en los actos oficiales. Por ejemplo cuando en un colegio los recibieron con un par de alumnas cantando a capela, algunos parlamentarios no pararon de hablar entre sí de manera muy poco discreta.
Pero lo llamativo vino cuando en este mismo colegio los invitaron a comer y los parlamentarios españoles, que no sabían inglés, se sentaron todos apretaditos en dos mesas, con la cabeza hundida en su plato, mientras el director del centro intentaba explicar lo que hacían.
Doy fe.
I
Me lo escribe mi amiga B. desde París, y como no suelen decirme cosas así, traigo sus palabras a este café para hacerlas perdurables: «Vous êtes épatant! Quelle chance j’ai de vous connaître!»
II
La razón victimológica es aquella que se considera exonerada de sus malas acciones, pero propietaria exclusiva de su bondad natural. Si esta bondad no se manifiesta en buenas acciones, la culpa es de los que hemos impedido su florecimiento con nuestra incomprensión y falta de empatía. O sea, la razón victimológica juega a la moralidad con una baraja entera dentro de la manga.
III
Cuando estoy lejos del teclado de este ordenador se me ocurren ideas magníficas para traer aquí. Lo aseguro. El problema es que en cuanto me pongo a escribir, se van volando, como una bandada de pájaros asustados y solo puedo retener su aleteo.
IV
Me llaman de Santillana de Colombia. Quieren poner en marcha un proyecto para investigar y pensar sobre la cultura del esfuerzo.
I
He llegado a casa empapado, hecho una sopa. ¿Cuándo dejaron los coches que circulan por las calles en los días de lluvia de tomar en consideración al transeúnte? ¿Es mucho pedirles a los conductores que aminoren cuando pasan sobre un charco? Uno se encoge en la acera temiéndose la ola que le cae encima... y que fatalmente se hace realidad la mayoría de las veces. ¡Qué poca cosa es un hombre empapado!
II
El día ha sido interesante. Mañana tranquila y tarde de debate en la Biblioteca Gabriel Ferraté de la UPF, invitado por la inagotable Carme Fenoll. El tema: Frankenstein. Me ha servido para volver a constatar, una vez más, que hay un pensamiento posmoderno que se dedica a la transferencia de culpas. Todo aquel que considera maltratado por el destino -Frankenstein es el protipo- no es culpable de sus fechorías. El culpable es el que se negó a darle cariño cuando lo necesitaba, pero sí es responsable de sus buenas obras.
III
Una vez, cuando era profesor de la UNED, una alumno me pidió por mail que le explicase en pocas palabras qué era la nada. Le dije que me sentía incapaz de hacerlo y me contesto: "Eso me lo dice porque soy ciega, ¿verdad?" Más de una vez me he sentido intentando explicar qué es la nada a quienes se consideran ciegos. Dado que insisto, me estoy ejercitando muy bien en fracasar,
I
Escribí ayer en otro sitio que hay investigaciones serias que sugieren que estamos pensando la motivación al revés. El impacto de la motivación en los resultados suele ser sorprendentemente bajo, mientras que sí es constatable un fuerte impacto de los buenos resultados en la motivación. Me reafirmo.
II
Mi querida amiga B. está en un hospital de París con varias costillas rotas y me pide que le envíe una letra. Le he enviado, por supuesto, varias. Esta es una más.
III
6 páginas ocupa el último capítulo del ensayo que acabo de terminar (provisionalmente), que es, sin duda, el más importante, porque es la clave de todo lo precedente. Como me meto por sendas teológicas, que siempre son sutiles y arriesgadas, he pedido su parecer a varios amigos de cuyo criterio confío. Algunos me dicen que les gusta lo que he escrito y eso me sirve para confiar en que no he dicho ninguna tontería. Otros me ponen alguna objeción y eso me sirve para hilar más fino. En cualquier caso, lo evidente es que cuando llevas mucho tiempo cocinando un plato a veces pierdes el sentido de la mesura con las especias y necesitas el juicio del consumidor, que es siempre más libre.
IV
Creo que si no tuviera amigos no me atrevería a escribir.
I
El evangelio de hoy te deja clavado en el asiento: «Si amáis solo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? [...] Si prestáis solo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis?» Paseando por Madrid con Armando Zerolo el martes pasado coincidimos en que la empatía no es una virtud específicamente cristiana.
II
Anda el tiempo raro, voluble y antojadizo y cada variación deja su huella en mi laberinto.
III
Me comentaba el jueves el director de una magnífica escuela concertada de Barcelona que son cada vez más los padres que al informarse para ver dónde matriculan a sus hijos preguntan por los conocimientos. Hoy me aseguraba una maestra que por las redes sociales se ha encontrado con padres que preguntan por escuelas "antiguas". Ayer me dijo otra maestra que es imposible programar de acuerdo con la LOMLOE, que nadie lo hace, que todo se falsifica y que todo el mundo lo sabe. Hoy, esta misma mañana, me ha preguntado un profesor qué quiero decir cuando hablo de esfuerzo.
IV
Es más fácil amar a tu enemigo que a los enemigos de tus amigos.
I Visita a la ESDI -Escuela Superior de Diseño- de Sabadell. Aquí, hace ya unos cuantos años comencé a dar clases de ética del diseño, una a...