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martes, 21 de enero de 2025

Trump

 I

Trump me parece un tipo grosero. Pero las democracias se rinden de vez en cuando a los groseros si los votantes los visibilizan como uno de ellos y, honestamente, de esto sabemos los europeos más que los norteamericanos.

II

Parece que los europeos no estanos dispuestos a permitirles a los norteamericanos que voten siguiendo sus intereses de acuerdo con su visión de los mismos, sin consultarnos a nosotros, que parece, oyendo a ciertos comentaristas, que sabemos lo que necesitan los norteamericanos mucho mejor que ellos.

III

Ser demócrata significa aceptar que nadie en política tiene un acceso privilegiado a la verdad. Por eso, porque la verdad se nos escapa, recurrimos a lo segundo mejor, al consenso. Pero el consenso de los buenos, honestos e inteligentes, si fuera posible, difícilmente ganaría elecciones. Necesitamos ampliarlo a los que no son ni tan buenos, ni tan honestos, ni tan inteligentes. Una vez que depositamos nuestra fe en el consenso, hemos de aceptar la sofística (el populismo, decimos hoy) como un componente político inevitable.

IV

De estos días lo que más me ha revolverme en el sofá ha sido la publicidad de las declaraciones en el caso Errejón. Hay cosas íntimas que llevadas a la luz se pervierten, mudan su significado, dan pábulo a la hipocresía. El confesionario es más humano que un tribunal.

lunes, 20 de enero de 2025

La IA ha aprendido a insultarnos

 I

Resulta que la IA ha aprendido a insultarnos y lo hace sin problemas de conciencia.

II

Aconsejado por un sobrino remoto de Menéndez Pelayo (no es broma), le he pedido a la IA de Twitter, Grok, que haga una descripción irónica de Gregorio Luri y aquí están algunas de sus observaciones: «Su visión de la escuela es tan romántica que casi se puede ver a Don Quijote cabalgando por los pasillos, luchando contra los molinos de viento del progresismo educativo [...]. Ha demostrado que se puede ser "polipragmata" (léase: alguien que mete las narices en todo sin acabar de dominar nada) y aún así ser considerado una eminencia».

III

¿Qué pasa si en lugar de pedirle una descripción irónica le pido una sarcástica? Pues que sabe elevar el tiro: «Sus libros son tan fáciles de leer que necesitarás un diccionario, un tratado de filosofía y tal vez un curso acelerado de pedagogía para entender cada párrafo. Y claro, su crítica al sistema educativo es tan innovadora que prácticamente es el único que la entiende. Ah, y no olvidemos su capacidad para convertir cualquier discusión trivial en una disertación de tres horas sobre el humanismo, la ética o el arte de perderse en la Wikipedia.

IV

En fin, que si las máquinas han aprendido a evaluarnos, habrá que incluir su evaluación en nuestro CV. Podría estar tres horas hablándoles de la IA como ironía, pero no les quiero aburrir.

domingo, 19 de enero de 2025

Querencias

 I

Participando en ciertos debates educativos no puedo reprimir la sensación de que a los seres humanos y, muy especialmente, a los seres humanos pedagogos, no nos gusta pensar. Nos gusta discutir, eso sí, pero pensar, no. Por eso hacemos todo lo posible por ahorrarnos el esfuerzo de pensar. 

II

Una de las maneras más exitosas de conseguir no pensar es creer, a priori, que tu no pensamiento es pensamiento crítico y que tu pensamiento crítico es superior a cualquier pensamiento del adversario, porque no es crítico. 

III

Al adversario hay que tratarlo siempre con una ligera displicencia y una sonrisilla de superioridad, buscando la complicidad de algún tercero.

III

Básicamente el no pensar consiste en crear en torno tuyo una serie de conceptos que huelan colectivamente mal, que no estén a tono con los prejuicios de los tiempos, y que podamos adjudicárselos al adversario para contaminarlo: ultraderechista, fascista, neoliberal, negacionista, binarista, etc. Estos conceptos no se definen, para no pensar en ellos, pero sirven de limite o de frontera en cuyo interior está lo bueno y en cuyo exterior está lo malo.

IV

Pero pensar es desconfiar de los fundamentos de tu pensar.

V

A los que trasteamos con la filosofía nos suele gustar alardear de la etimología de este término, filo-sofía, amor a la sabiduría, decimos. En español tenemos un curioso sinónimo de amar, que es «querer». Me parece que expresa mejor el sentido original de la filo-sofía: querencia a la sofía. Como en los toros, en la vida, hay querencias al cuarto de estar o a la intemperie.

viernes, 17 de enero de 2025

Comme un chant d'espérance

 I

Hay invitaciones que lo primero que haces al recibirlas es mirar la agenda con la esperanza de encontrar las fechas ya comprometidas. Y hay, al revés, invitaciones irresistibles. Para responderlas afirmativamente pondrías boca abajo tu agenda para perder cualquier otro compromiso. Entre estas últimas están las que me llegan de El Escorial.

II

Cuando ser calma el viento y las nubes se disipan, quedan unas mañanas luminosas que ya apuntan a la primavera. Aquí, donde vivo, no tardarán enflorecer los almendros. La flor del almendro, siendo tan frágil, es una flor pionera, que salta sobre los fríos previsibles, para anunciar que el invierno también pasa.

III

Un descubrimiento (no sé que pensará B., cómo lo valorará): Jean d'Ormesson. He devorado esta madrugada Comme un chant d'espérance. Él mismo les explica por qué: «J'ai aimé Dieu, qui n'est rien aux yeux des hommes qui ne sont rien. Je n'ai detesté ni les hommes ni les femmes. Et j'ai aimé la vie qui est beaucoup moins que rien, mais qui est tout pour nous. Je chanterai maintenant la beauté de ce monde qui est notre tout fragile, passager, fluctuant et qui est notre seul trésor pour nous autres, pauvres hommes, aveuglés par l'orgueil, condamnés à l'éphémère, emportés dans le temps et dans ce présent éternel qui finira bien, un jour ou l'autre, par s'écrouler à jamais dans le néant de Dieu et dans sa gloire cachée.»

jueves, 16 de enero de 2025

Dignidad, valor y pepinillos

 I

De repente se va el sol y nos acordamos de que estamos en invierno y vuelan todos de sus mesas al interior del Petit Cafè. Fuera quedamos las hojas secas de los plátanos que no saben a dónde van (ni tan siquiera lo sabe el viento que las arremolina) y yo.

II

Leyendo a Paul Tillich al aire libre, rebozado en ropas, intento resistir un poco más a la intemperie. Tillich es uno de esos autores continentales de los que los filósofos analíticos no salvarían ni una hoja para envolverse sus sandwiches de pepinillo. A ellos la nada no les dice nada. Y, sin embargo, si uno se entretiene repasando sus vidas -sus existencias- los ve a todos rondados permanentemente por una angustia a la que no pueden dar nombre porque para ellos el significado de una proposición es, simple y llanamente, el método de su verificación. 

III

Utilizo con frecuencia el concepto de «dignidad» porque me parece que la dignidad del maestro se manifiesta, ante todo, en su capacidad para respetar la dignidad del alumno. Distingo en este sentido -con Leopoldo Eulogio Palacios- entre dignidad ontológica (la que tiene cada hombre por ser hombre: la que se corresponde con la estructura ontológica del ser humano) y dignidad moral (la que ponen de manifiesto las obras). Pues bien, acabo de aprender con Tillich que lo mismo, exactamente, podemos decir del valor. Y me pregunto si no es lo mismo hablar de dignidad ontológica y del valor ontológico y de dignidad moral y valor moral.

IV

Termino de escribir lo anterior y oigo el timbre de la puerta de casa. Me traen un paquete con una hermosa sorpresa:

V
Y justo termino de colgar la imagen anterior y recibo un correo electrónico con una información preciosa sobre los archivos de Leopoldo Eulogio Palacios. No tiene nada que ver con lo que he escrito arriba sobre él, sino que se trata de puro azar amigo.


Por si os apetece:


Los fundadores del pensamiento occidental
Charla gastrofilosófica con

@GregorioLuri y @singlefin_man, traductor de «La banda de los tres».

Para inscripciones: bit.ly/3CfEHGN
 

Trump

 I Trump me parece un tipo grosero. Pero las democracias se rinden de vez en cuando a los groseros si los votantes los visibilizan como uno ...